miércoles, 17 de octubre de 2007

UN TRIUNFO HISTÓRICO EN LA LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD



LA CONDENA DEL PADRE CHRISTIAN VON WERNICH


Gonzalo Gamio Gehri


El New York Times nos ha informado en estos días acerca de la condena a cadena perpétua del sacerdote católico Christian von Wernich, acusado de colaborar con la dictadura militar argentina, e intervenir en múltiples casos de tortura y asesinato. El padre católico Rubén Capitanio - en una acción que podría ser calificada como profética - lamentó el triste papel desempeñado por buena parte de la Iglesia local en tiempos en que se conculcaban las libertades ciudadanas y se violaban los Derechos Humanos. La iglesia argentina "fue como una madre que abandonó a sus hijos", señaló valientemente el Padre Capitanio. "No mató a nadie, pero tampoco salvó a nadie". El Times reseña sus palabras:




"La posición de la iglesia estuvo escandalosamente cerca de la
dictadura" que mató a más de quince mil argentinos y torturó a decenas de miles
más, dijo el sacerdote ante una comisión de tres jueces, "hasta tal punto que yo
diría que fue un pecado".


Ante la típica reacción conservadora que arguye que la Iglesia debería asumir una suerte de "espíritu de cuerpo", y por tanto no exhibir ante la opinión pública estos casos - al punto que los sacerdotes y los laicos no deberían cuestionar (y menos acusar) a las autoridades religiosas por cuestiones de justicia -, el padre Capitanio ha denunciado valientemente ante un tribunal la conducta del sacerdote von Wernich, que es inaceptable desde el punto de vista del cristianismo como desde el sentido más elemental de la dignidad humana. Por lo general los sectores eclesiásticos más tradicionalistas - no todos - consideran intocables a sus autoridades (recuérdese la lamentable frase: "el que critica al pastor, critica a la Iglesia, el que critica a la Iglesia, critica a Cristo", célebre fórmula de autoblindaje autoritario); no es el caso del Padre Capitanio, que se enfrenta al fariseísmo en nombre de los ideales cristianos (y ciudadanos) en el propio foro de la justicia civil. "Hay algunos que piensan que este juicio es un ataque contra la iglesia, y yo quiero decir que con este juicio en realidad se hace un servicio a la iglesia", señaló el prelado ante el tribunal. "Nos está ayudando a encontrar la verdad", aseveró. Este ha sido un gesto que las Madres de la Plaza de Mayo - que asistieron al juicio - han saludado y agradecido; se trata de un gesto que las reconforta en el contexto de una Iglesia jerárquica local que - según señala el Padre Capitanio - guardó sistemáticamente silencio en tiempos en los que la dictadura militar perpetraba crímenes de lesa humanidad. Incluso en los últimos días no se ha pronunciado sobre el proceso a von Wernich.

Señala la fuente del New York Times que "Después del fin de su testimonio el lunes, el Padre Capitanio fue rodeado por una multitud de mujeres de edad avanzada del grupo Madres de Plaza de Mayo, una organización que ha presionado a sucesivos gobiernos argentinos a buscar respuestas para la guerra sucia que empezó en 1976. Llevaban pañuelos de cabeza blancos con los nombres de sus familiares desaparecidos. Secándose las lágrimas, se aferraban al sacerdote, besándole en las mejillas y susurrando palabras de gratitud." El Padre Capitanio dice sentirse satisfecho por una acción que dice haber realizado en nombre del Reino y su Justicia, siguiendo el mensaje del Evangelio. Indicó que su posición era compartida por muchos laicos y sacerdotes argentinos y latinoamericanos: "muchos hombres y mujeres de la iglesia, incluso obispos, están de acuerdo con mi visión sobre el papel de la iglesia", dijo. "Tenemos mucho de qué lamentarnos".
"En Argentina, existían relaciones mucho más estrechas entre el
clero y los militares que en los casos de Chile y Brasil. "Asociaban el
patriotismo con el catolicismo
", dijo Kenneth P. Serbin, profesor de historia en
la Universidad de San Diego, que ha escrito sobre la iglesia católica en América
del Sur. "Así que para la jerarquía argentina fue casi natural defender al
régimen autoritario".

La condena de este mal pastor constituye una buena noticia para quienes defienden la cultura de los Derechos Humanos y predican la noticia del Evangelio. No deben existir - bajo ningún concepto - individuos o instituciones que gozan de impunidad frente a los requerimientos de los tribunales en temas de Derechos básicos. Los civiles, los militares e incluso los clérigos que han colaborado con las malas artes de los regímenes autoritarios de América Latina no podrán sustraerse más a las exigencias de la justicia ordinaria. Esta nueva situación en la cultura ética y legal irrita sobremanera a aquellas organizaciones y comunidades tradicionalistas, que denuncian una "pérdida de valores espirituales", y rechazan lo que llaman pomposamente la "hodiernidad" en pos de la recuperación de sus antiguos privilegios. Pero este fenómeno parece irreversible (esperemos que así sea). Este es un caso que sienta un precedente importante en nuestras naciones. Nadie está fuera del imperio de la ley, nadie. este es un signo de buena salud de la sociedad argentina. Este es un importante ejemplo moral, un decisivo triunfo para la democracia, la memoria histórica y la igualdad civil, que nos enorgullece como ciudadanos y como cristianos.

2 comentarios:

Efraín Rodríguez Alzza dijo...

Si mi conocimiento no es impreciso, el padre Gutierrez hablaba sobre el “pecado estructural”. Un pecado asentado en las bases de nuestra sociedad, que permite que injusticias, como la pobreza, perduren entre los ciudadanos. Como bien señala el Padre Capitanio, también estas injusticias cometidas en contra de la vida entran en la categoría de pecado (sobre todo la indiferencia ante los hechos cometidos). En el Perú, tampoco hemos sido ajenos a esta indiferencia por parte de algunas de nuestras autoridades religiosas. Nadie puede quedar exento de la justicia, ni por le hecho de pertenecer al clero. Lo importante es notar el espíritu de autocrítica que empieza a surgir entre las autoridades religiosas, sobre todo en esta parte del continente. Es probable que las corrientes católicas más conservadoras exageren en su conservadurismo al afirmar que este espíritu critico responde a tendencias “neomarxistas” que no hacen más que transgredir los principios elementales del credo cuando en realidad, dejando de lado las ideologías u otras corrientes de pensamiento, la autocrítica es un medio que refuerza los soportes democráticos de las instituciones que existen junto a la sociedad civil.

Gonzalo Gamio dijo...

Completamente de acuerdo. En Latinoamérica - y en el Perú - ya nadie puede ampararse en organismo alguno ni investidura, para rehuir a la justicia. Los colaboradores de dictaduras nefastas podrán ser investigados y condenados.