jueves, 27 de junio de 2013

LA ESPADA DE DAMOCLES



Gonzalo Gamio Gehri

Los más importantes líderes políticos peruanos están bajo sospecha de corrupción. Alguien podría decir que dicha sospecha ha permanecido omnipresente en la escena política peruana – a causa de la convicción popular de que quienes detentan el poder suelen recurrir a los bienes públicos para satisfacer sus intereses privados -, pero en este momento la mayoría de los potenciales candidatos a las próximas elecciones presidenciales están siendo investigados en virtud de situaciones que comprometen seriamente su imagen pública. Sobre cada uno de ellos pende una pesada y letal espada de Damocles, sostenida débilmente – como en el conocido mito griego - por el hilo de la crin de un caballo.

Alejandro Toledo no puede explicar convincentemente las compras inmobiliarias de su suegra, ni su próspero estado financiero, y cuando pretende hacerlo, queda sumido en un abismo de confusión y contradicciones. Es realmente una verguenza que el oficialismo pretenda protegerlo. Quienes lo apoyaban, pensando en que se trataba del candidato más próximo al programa de la transición paniagüista, difícilmente volverán a votar por él. Su imagen de demócrata y celoso combatiente contra la corrupción se va haciendo añicos.

Alan García nunca ha gozado de un poderoso prestigio en materia de respeto a los principios de la ética pública. Los temas de corrupción y violencia son su talón de Aquiles. Esa debilidad pesa sobre su imagen, a pesar de sus habilidades para la estrategia política. Ahora se evidencia que durante su gobierno se esforzó por indultar a una parte importante de la población carcelaria del Perú. Lamentablemente, en nuestro medio el indulto es una gracia que depende prácticamente de la exclusiva voluntad del Presidente de la República. Esto podría quedar en el terreno de la sospecha y el la acusación de negligencia y abuso en el ejercicio de una potestad casi monárquica si no fuera  porque las instancias judiciales ya han registrado testimonios e indicios que señalan que reos (entre los que se cuentan peligrosos narcotraficantes que actuaban en bandas) habrían pagado altas sumas de dinero a cambio de ser indultados o ver conmutadas sus penas. Ya ha perdido su libertad Miguel Facundo y el mismo destino podría alcanzar al propio ex ministro Pastor. Y las investigaciones podrían involucrar al propio ex Presidente García.

Los fujimoristas - por su parte - suelen asumir una actitud bastante cínica frente a los temas de corrupción, luego del hallazgo de los vladivídeos y el hecho que Fujimori se allanara respecto de los cargos de corrupción en su contra. Ahora parecen estar más que dispuestos a señalar la paja en ojo ajeno. No obstante, la propia Keiko Fujimori está siendo investigada en torno al origen de sus ingresos, la propiedad de la casa en la que vive, etc. Ya en el pasado habín surgido dudas acerca de los fondos que pagaron sus estudios universitarios y los de sus hermanos. Ella ha declarado – con un inexplicable tono de orgullo, hay que decirlo – que las contribuciones de su partido sostienen su estilo de vida, y que ella no trabaja. Quizá éstas sean las ventajas de estar al frente de una franquicia familiar con alcances políticos. En un escenario político profundamente personalista y autoritario, el líder suele acumular grandes privilegios y contar con la sumisión de sus adeptos.

El caso es que los más importantes líderes políticos están siendo duramente cuestionados por asuntos de ética pública y probidad personal. La sombra que se cierne sobre ellos es ciertamente densa: no se trata del “dilema de las manos sucias” de Michael Walzer, aquí no estamos ante un conflicto moral en que el político debe optar entre respetar un principio ético o sacrificarlo en nombre de una meta política importante en el contexto de una situación extrema; aquí hablamos de la simple y contundente sospecha de enriquecimiento ilícito, desbalance patrimonial, soborno, aprovechamiento delictivo del aparato del Estado y fechorías de este estilo.

Estos líderes políticos tienen mucho que aclarar, es más que evidente,  pero la pregunta es qué vamos a hacer los ciudadanos. Es cierto que la cultura de la trasgresión y de la impunidad está arraigada en la sociedad, y que somos nosotros los que solemos votar por estos personajes. Urge una reforma de nuestras prácticas y concepciones de la vida. Urge una transformación profunda de lo que significa la acción política entre nosotros, un desafío que involucra a la ciudadanía entera,  pues la "política" no es solamente lo que los "políticos" hacen o dicen que hacen. Los partidos políticos están capturados por el caudillismo a tal punto que no parece razonable esperar que esta sea percibida como una buena ocasión para renovar los liderazgos y renovar la política de una vez. Lamentablemente el escenario político partidario no muestra ninguna dimensión democrática que favorezca el surgimiento de nuevas generaciones de militantes con proyección hacia un puesto en el Congreso o acaso hacia alguna candidatura municipal o presidencial. Debemos reflexionar sobre nuestra posición frente a esta crítica circunstancia. 

Esta crisis nos interpela como agentes. Necesitamos una ciudadanía vigilante, dispuesta a pedirle cuentas a sus representantes y a señalar allí donde las autoridades exceden las potestades que implica el ejercicio de la función pública. Ciudadanos que no olviden con facilidad las irregularidades en la conducta pública de los candidatos. Ciudadanos  dispuestos a actuar como aujetos políticos, que no dejen la cosa pública solamente en manos de los políticos y de las autoridades elegidas. Necesitamos desarrollar coraje cívico y lucidez política. De otro modo, la política local seguirá brindándonos el patético drama del que hoy somos silenciosos  testigos.


3 comentarios:

Alessandro Caviglia Marconi dijo...

Excelente artículo. Parece que el panorama político peruano se pone sombrío para muchos partidos

Anónimo dijo...

Los políticos son meros productos de la sociedad. No nos podemos asombrar de tener políticos corruptos cuando el común de los ciudadanos se salta la ley o le da 10 soles a un policía para evitar una multo. Conozco gente que en las bodas le suelta 20 soles al camarero para ser atendidito de una forma especial con lo que demuestra que si en cosas tan triviales se corrompe que no se puede hacer en otras decisiones más importantes. A los niños se les enseña que ser “criollo” es bueno y que ser respetuoso es de “mongos”. Después de todo esto nos echamos las manos a la cabeza porque los políticos son corruptos. Creo que o cambiamos como personas o para tener mejores políticos nos los tenemos que traer de marte.

Gonzalo Gamio dijo...

Anónimo;

Rl tuyo es un comentario muy agudo, Lo que dices es absolutamente cierto. Las costumbres y las formas en las que suelen educarnos promueven ese aspecto "criollo". Debemos criticar y transformar nuestras prácticas y mentalidades. Sin embargo, también contamos con ciudadanos de buena voluntad y espíritus l{ucidos. El ciudadano común tiene que intervenir en la política.

Un abrazo,
Gonzalo.