jueves, 16 de abril de 2015

JUSTICIA, FINITUD Y ÉTICA TRÁGICA




Gonzalo Gamio Gehri

El concepto de justicia en la Atenas clásica – particularmente en la tragedia de Esquilo a Eurípides - no deja de ser ambiguo.  Por un lado, se refiere a la preservación del equilibrio cósmico, que vigila la diosa Díke. Por otro, alude a la defensa de la armonía de los vínculos humanos dentro del ágora, el espacio público. Aquí evoca una virtud política (la dikaiosyne)  La relación entre ambas es a menudo altamente conflictiva. Esquilo ha discutido este asunto en Las Euménides.  Ambos casos aluden a una forma de lidiar con la finitud y la vulnerabilidad humana.

    “La amarga punta de la espada que llega cerca de los pulmones, produce una herida que atraviesa a Justicia, pisoteada en el suelo, lo que conculca la ley divina, cuando alguien ofende a la absoluta majestad de Zeus de modo ilegítimo.
Pero el cimiento de Justicia tiene firmeza y, forjador de espadas, funde el destino de antemano el bronce, y, con el tiempo, trae un hijo a su casa, para castigar la mancilla de sangres más antiguas derramadas, la ilustre Erinis que, en lo profundo de su espíritu, mantiene los deseos de venganza [1].
El cuidado de la justicia – en todos sus niveles y espacios – lleva implícito nuestro sentido de vulnerabilidad. No sólo el cultivo de la mesura revela la clase de saber práctico versado en la condición de la mortalidad, la proclividad al error, la exposición al sufrimiento y la incertidumbre que entraña lo humano. La discusión de la ley y la construcción de instituciones públicas tienen el propósito de proteger a quienes participan de la vida de la pólis, tomando en cuenta sus necesidades y capacidades para la acción. La deliberación cívica y los debates legales buscan tomar decisiones que puedan producir o preservar una vida común equilibrada, de modo que la libertad y el bienestar puedan convertirse en fines que el ciudadano pueda perseguir razonablemente en términos de un proyecto comunitario. Sólo criaturas frágiles como nosotros requieren de tales actividades e instancias de discusión y decisión como un elemento básico de la coexistencia. Los dioses no necesitan del derecho ni de la política, al menos en los términos que hemos señalado líneas arriba.





[1] Coéforas Estrofa 4° y Antistrofa 4°.

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