sábado, 13 de febrero de 2016

SOBRE EL PERIODISMO LOCAL Y LA POLÍTICA. UNA NOTA








Gonzalo Gamio Gehri

Me alegra que Verónika Mendoza haya encarado tan bien un panel de periodistas sumamente enervado (y organizado para la tarea) el último domingo en el programa que conducen en Latina Mónica Delta y Aldo Mariátegui. Pudo responder con sobriedad a la agresiva dedicatoria del libro del segundo – que intenta pasar por ser un texto académico, siendo realmente una especie de prolongación de una columna periodística bastante subjetiva, expresamente visceral, que nada tiene que ver con la labor de las ciencias sociales –[1]. Responder en quechua bien hablado aquel saludo burlón, recitado en un francés improvisado, también fue una reacción inteligente. Respondió las )preguntas posteriores sin perder la calma, a pesar del severo interrogatorio que tuvo que padecer. Por fin alguien enfrenta con éxito la práctica de un genuino bullying  político que tiene lugar en éste y en otros programas.

Es realmente una vergüenza que los candidatos se vean sometidos a interrogatorios hostiles en los que los periodistas formulan en unos pocos minutos una serie de preguntas sin dejar respirar al entrevistado, poniendo como condición aceptar las alternativas y los escenarios que plantea el panelista. Si no se responde bajo tales supuestos, se interpreta explícitamente que el candidato está intentando “salirse con rodeos”. En esta brevísima y agresiva ronda de preguntas no se muestra mayor respeto por el entrevistado: tampoco se pone de manifiesto algún cuidado en la preparación de las preguntas. Aquí se aplica una pésima metodología en la perspectiva propia del contenido y en la forma; no se admite ninguna objeción al formato, como resulta obvio. Una mención especial merecen las preguntas de Mijail Garrido Lecca, llenas de extrañas situaciones hipotéticas y supuestos teóricos francamente retorcidos. Cree que todos asumimos o deberíamos asumir sus rudimentarios axiomas sobre el uso de la razón, y las decisiones individuales (y todo ello pasa por ser “conocimiento”). Parece que las ideas sobre el pensamiento libertario y el análisis económico del derecho, provenientes de las pintorescas columnas de A. Boullard  –  reflejo marchito de las ideas de Nozick y Hayek – se han convertido en parte de una nueva ortodoxia religiosa de matriz integrista, básicamente dogmática.

Falta poco para la primera vuelta electoral y no puede ser que este sea el nivel del periodismo político (lo sucedido en los últimos días con el Gral. Mora es un buen ejemplo del descuido - a nivel de la investigación y las declaraciones - de una parte del periodismo local). Lo mismo puede decirse de otros programas de radio y televisión. La mayoría de las columnas de opinión – salvo algunas excepciones – están constituidas por expresiones de adhesión acrítica o grandes fobias, generalmente convergentes (de manera “imprevista”), con la “línea editorial” del medio o con el ideario (e intereses) del grupo económico que representa. Los ciudadanos esperamos recibir buenos argumentos e información de calidad para poder elegir. Queremos leer y encontrar buenas razones que nos lleven a reflexión. Los medios no son únicamente empresas que hacen "negocio", se supone que brindan un servicio a la sociedad. Un poco más de respecto con el público. Aquí se pone en juego algo más que el rating y los menudos conflictos de poder. Existe algo llamado “esfera de opinión” del ciudadano, que exige de los órganos de comunicación social una   promoción del debate y la formación del juicio en condiciones de transparencia y rigor profesional.






[1] Esta respuesta tuvo lugar al día siguiente de emitido el programa.

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