lunes, 20 de junio de 2016

LAS VISCISITUDES DE LA VIDA







Gonzalo Gamio Gehri

Lo he dicho varias veces, me interesan las películas  - y en general las historias – en las que las contingencias de la vida desafían las acciones, los anhelos y los pensamientos de los individuos. Ayer ví fortuitamente Love, Rosie (2014) Basada en el libro de Cecilia Ahern Donde termina el Arco Iris (2994). Más allá de la calidad de la película – que me ha parecido aceptable – me conmovió la trama, me llevó a pensar con detenimiento los conflictos de la vida. Alex y Rosie son, la mayor parte de sus vidas, los mejores amigos; ambos guardan dentro de sí un profundo amor por el otro. Sin embargo, la vida los zarandea con singular saña. Viven en el Reino Unido, pero una beca en Harvard lleva a Alex a un mundo completamente diferente, conociendo a otras personas y siguiendo otros proyectos. Ella se convierte en madre y la vida la lleva por otros rumbos. Pero con el paso de los años los sucesivos encuentros logran que los sentimientos recíprocos no lleguen a diluirse del todo. Las decisiones que toman (y las ausencias que provocan) dejan una profunda huella en ambos.

La película nos recuerda – una y otra vez – la importancia de cuidar el bien de las personas que cuentan en la vida, aquellas que echas en falta en situaciones difíciles o aquellas con las que quieres compartir (y comunicar en primera instancia) tus victorias en la vida, así como manifestar tus fracasos y pesares. Para Aristóteles, eso es estríctamente la philía, cuidar el bien de las personas que te importan. Cuidar la philía es un verdadero desafío, complicado, porque es un desafío vulnerable a las vicisitudes de la vida, así como evidentemente frágil frente a la incomprensión, la ira y el dolor de los propios individuos. 

Pero el carácter y el juicio de las personas son frágiles. Alex y Rosie se alejan el uno del otro, el tiempo y la distancia conspiran contra el vínculo que tienen (y valoran). Pierden seres queridos, cometen errores el uno con el otro, se ausentan en momentos en los que su presencia resulta verdaderamente esencial. Se hieren mutuamente. Curiosamente, la misteriosa tyché echa sus cartas y esa distancia no termina de cuajar. La agonía de la ausencia no tiene la última palabra. La historia recuerda a One day (2011) y a Flipped (2009). La trama tiene la virtud de mostrar la vulnerabilidad de la vida de las personas, así como la delicadeza y el  cuidado que requieren los lazos de genuino afecto entre los seres humanos.








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